Sintió el vacío más hondo, ese que producen las grandes decepciones. Miró a su alrededor y solo había caos, libros medio destrozados por los bombardeos y páginas rotas, que reposaban de cualquier manera sobre el suelo empedrado de la calle. Era la biblioteca de su padre. Sintió un profundo dolor que le oprimía el pecho. El humo, cubría todo cuanto había a su alrededor, con una especie de cortina velada que le impedía ver con claridad. El ruido ensordecedor del bombardeo lo dejó aturdido. Vio frente a él, semi enterrado por los escombros, el cuerpo sin vida de su padre. Caminó unos pasos hacia la cocina y encontró malherida a su madre. Aquellas manos que tantas caricias le regalaron tiempo atrás
yacían en el suelo, inertes, sin vida. Su familia había dejado de existir. Todo lo que un día conoció, solo era ya un sueño difuso y lejano.
