La mesa del café quedó solitaria, vacía y rota, como sus vidas. Una decisión y, su mundo se resquebrajó haciéndose añicos. Nadie se dio cuenta de ellos. Permanecían en silencio sentados uno frente al otro. El cenicero estaba lleno de colillas depositadas con manos temblorosas una tras otra. Sus ojos esquivaban...
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