AQUELLO QUE UN DÍA FUIMOS
AQUELLO QUE UN DÍA FUIMOS
“Quizá la nostalgia sea un deseo; o el resplandor de un tiempo en el que creíamos ser felices”.
Encarna Bernat
Parecía muy frágil en aquel pequeño rinconcito del salón. El día había amanecido frío, ventoso y gris. Observaba desde la ventana el otro lado de la calle, los árboles huesudos con las hojas meciéndose al compás del viento. En su mano derecha sostenía las páginas de su manuscrito, mientras que con la mano izquierda, daba suaves toquecitos sobre la mesa. El viento había cesado y ahora llovía con más fuerza. El repiqueteo de la lluvia al golpear en los cristales, la tenía hipnotizada. No sabía cómo comenzar, aquella carta tan difícil para ella. Movía inquieta su pie derecho, luego el izquierdo. Además de calmar su inquietud, era una forma de entrar en calor.
Parecía muy frágil en aquel pequeño rinconcito del salón. El día había amanecido frío, ventoso y gris. Observaba desde la ventana el otro lado de la calle, los árboles huesudos con las hojas meciéndose al compás del viento. En su mano derecha sostenía las páginas de su manuscrito, mientras que con la mano izquierda, daba suaves toquecitos sobre la mesa. El viento había cesado y ahora llovía con más fuerza. El repiqueteo de la lluvia al golpear en los cristales, la tenía hipnotizada. No sabía cómo comenzar, aquella carta tan difícil para ella. Movía inquieta su pie derecho, luego el izquierdo. Además de calmar su inquietud, era una forma de entrar en calor.
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